jueves, 26 de abril de 2012

HEME AQUÍ ENVIAME A MI

Hola! hemos vuelto de las vacaciones, espero alguien haya podido leer los libros que les recomendé en el post anterior, ya que a mi me han sido de bendición en mi vida cristiana, tengo pendiente seguir con los temas de la joven virtuosa y del noviazgo en el cristianismo!! son tantas cosas que uno quiere decir que se acaba el tiempo, pero seguramente estaré mas activa en este mes y podré escribirles todo!! mientras tanto, les quiero compartir algo que he entendido en estos días, esto es el cómo creo que fue el momento en que Jesús le dijo a su padre, Padre envíame a mi.

¿se imaginan como era la vida de Jesús en el cielo?, dice la biblia que los ángeles le servían, que es un lugar de paz, donde las calles son de oro y el mar de cristal, donde no hay mas llanto, ni tristeza ni dolor, la vida del hijo de Dios era perfecta, la mejor vida que podamos imaginar en esta tierra no se puede comparar a lo que tenía El en el cielo, Jesús en el cielo no conocía por vivencia propia la injusticia, no conocía la pobreza, ni el desprecio de la gente, al contrario, El era el hijo amado de Dios mismo, rodeado de amor, de bendiciones, de paz, de cosas tan bellas que nuestra mente no puede imaginar, la música que el tenía el el cielo, las más preciosa, con instrumentos que aún ni en la tierra conocemos.
Jesus seguramente tenía la confianza de llegar con su padre y platicar con el en todo momento, reír, disfrutar de su creación y de todo lo que su padre había hecho, no había experimentado el cansancio físico ni la enfermedad.

Pero un día tuvo que tomar la decisión mas difícil de su vida, descender a la tierra o quedarse por siempre en el cielo, descender significaba renunciar a todo aquello a lo que por derecho estaba acostumbrado, e ir a experimentar cosas que nunca antes había imaginado,¿ te imaginas a Jesus antes de venir a la tierra? ¿cual sería su actitud?, conociendo su carácter perfecto, sabemos que no fue una decisión por impulso, ni un arrebato de sentimentalismo, seguramente Jesús volteó a ver a cada uno de sus ángeles y sabía que los dejaría de ver y oír por un tiempo, volteó a ver a su padre y sabia que habría una separación física, volteo a la tierra y vió al pueblo judío y sus rebeliones, pensando si valdría la pena el dejarlo todo por ellos, vió a José y a María y sabía que se tendría que sujetar a su misma creación, tal vez volteó a la mesa del banquete que había preparada para el en ese día y volteó a a ver la mesa de comida de la casa de María, vió a los soldados romanos pensando que ellos serían sus verdugos y volteó a ver a los ángeles que le alababan.

 Pero aún nada de eso pudo detenerlo, por que su decisión fue con el entendimiento, de que había un fin, un propósito que cumplir, que habría una retribución al final del camino, una retribución que no sólo era para El, sino que para toda la humanidad habría una esperanza de vida eterna, el estaba consiente del sufrimiento que vendría, del despojarse de todo, pero no escatimó a su propio padre, no tuvo por mas valiosa su corona ni su gloria, tuvo por mas valiosa mi vida y la de cada uno de los que hemos nacido en este mundo, y respondió HEME AQUI, ENVIAME A MI.
esas palabras retumban en mi mente, como pienso que en la de todo hijo de Dios que quiera a hacer la voluntad de Dios a la cual fuimos llamados con llamamiento muy santo!.
cuando dudemos de dejar algo o enfrentarnos a algo por causa de Cristo, sólo recordemos esas valiosas palabras y esa decisión firme de Jesús: ENVIAME A MI.

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